La Grieta Digital 10

Agosto 2013


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EL PENSAMIENTO PROVERBIAL

por Fernando Alfón

En un asiento del colectivo, hace un tiempo encontré una diminuta edición del Nuevo Testamento, editado por los Gedeones Internacionales, una asociación que se jacta, en la primera página, de haber distribuido gratuitamente «más de 1.000 millones de Biblias y Nuevos Testamentos en hoteles, moteles, hospitales, instituciones penales, fuerzas armadas, estudiantes y enfermeras en servicio público». El ejemplar es del tamaño de un atado de cigarrillos y trae como anexo los Salmos y Proverbios. Son estos los que me llamaron la atención.
         Luego de un prólogo escueto y de rigor, tras el título «Donde encontrar ayuda», se enlista una serie de penurias que conducen a una página precisa del libro. Por ejemplo, si el lector está angustiado busca «Angustiado» y el índice le indica que tiene que leer Mat 5: 4; si está derrotado busca «Derrotado», ir a Rom 8: 31-39. La edición está pensada para ser leída proverbialmente y, salvo un estado de ánimo aparentemente excepcional (el de «Agradecido»), los veintinueve estados restantes revelan que los editores presumen un lector sufriente, urgido por dar con un alivio.
         El Libro de los Proverbios, atribuido como otros libros sagrados a Salomón, se ocupa de algunas enseñanzas vinculadas a la Sabiduría (temor a Dios) y eventualmente a dos cuestiones que aquí interesan: el atesoramiento de adagios: «Átalos a tus dedos, escríbelos en la tabla de tu corazón» (7, 3) y el arte de proverbiar: «Como al cojo le bambolean las piernas, así es el proverbio en la boca del necio» (26, 7).
         El pequeño librito contrasta con la vastedad que suspira. Detengámonos ahora en la cifra 1.000 millones, que es el número de ejemplares de la Biblia distribuidos por los Gedeones. Si consideramos luego los otros editores de biblias en el mundo, es fácil deducir una cifra inconmensurable. Es decir que el Libro, leído como una libretita de consejos para la vida —La Grieta dirá cliché en este número— es la fuente de lugares comunes más popular y gigante que se haya concebido. ¿Es tan significativo el asunto?
         La Biblia es compleja, pero el modo en que se la difunde tiende a la cita, al tono sanador y la respuesta inmediata. En sí mismo, este tipo de pensamiento se constituye en una filosofía popular, práctica y efectiva; la idea de tener un rosario de respuestas para la vida cotidiana es una filosofía, digamos, de aquellos que no ostentan ninguna. Si la religión es la filosofía del pueblo, el proverbio es la síntesis de su método.

         Estas disquisiciones son indispensables para pensar el escenario político actual, pues noto —es esta la hipótesis de este ensayo— que todos los políticos con chances de disputar una representatividad en Argentina (incluidos varios del FPV) han elegido el tono evangélico. Como si hubieran llegado a la conclusión de que padecemos de alguna dolencia sacramental. La Argentina toda está embarcada en una gran procesión a Luján. Nos repartimos estampitas, nos damos alientos del tipo: «¡Hay que tener esperanza!» El que no habla en tono mesiánico, elige la parábola o el enigma de confesionario. Unos dicen que pondrán la otra mejilla; otros dicen que nos tenemos que salvar; otros, que tenemos que elegir. Argentina ante el Libro de los Proverbios. Finalmente, las bendiciones del Papa comienzan a producir las primeras curaciones. Ahora resta esperar que se produzca, finalmente, algún tipo de milagro.

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